Por puro placer

La guerra tiene rostro de mujer: Amenazas a la salud sexual de las mujeres en situaciones de conflicto

Lola Martos Morillo – Médica Interna Residente de Medicina Preventiva y Salud Pública

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En los últimos ocho años, el conflicto en la zona oriental de Ucrania ha supuesto para millones de mujeres y niñas, padecer violencia de género. Según el  informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas de 2019, alrededor del 75 % de las mujeres del país informaron haber sufrido alguna forma de violencia desde los  15 años de edad, y una de cada tres informó haber sufrido violencia física o sexual. Además, a raíz de la invasión rusa propiamente dicha, más de 10 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para buscar un lugar seguro. Las mujeres representan la mayoría de la población desplazada de sus hogares y refugiada,  y están expuestas indudablemente a riesgos específicos debido al hecho de ser mujer como son la trata, violencia sexual o por motivos de género que se les nieguen bienes y servicios esenciales (agua, alimentos, electricidad…).

Se han viralizado imágenes de mujeres dando a luz en estaciones de metro, de recién nacidas trasladadas a refugios improvisados  por falta de hospitales y de medios para la asistencia al nacimiento,  y se calcula que aproximadamente darán a luz unas 80.000 mujeres en los próximos 3 meses en Ucrania. En vez de una experiencia feliz, el parto se convierte en un momento de auténtico peligro para sus vidas. Por estas razones, ONU mujeres ha expresado una preocupación por la situación actual de inseguridad para el pueblo ucraniano y las mujeres ucranianas en particular. La directora de ONU mujeres Sima Bahous ha resaltado la importancia del enfoque de género en una respuesta internacional adecuada y proporcional a la alerta temprana del impacto.

Otro problema urgente y cada vez más grave en este contexto es la trata de personas con fines de explotación sexual. A las mujeres se les recomienda viajar en tren, ya que en los transportes privados corren el riesgo de que quien les ayuda se aproveche de su necesidad para abusar sexualmente de ellas, algunas veces “a cambio” del viaje o de alojamiento a su llegada. En las redes sociales aparecen avisos de la presencia de proxenetas en las fronteras (a veces otras mujeres enviadas para engañar a las refugiadas) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que entre 2019- 2021 unas 46.000 personas han sido víctimas de trata en Ucrania. Las ONGs informan que el 80% de las víctimas de la trata con fines de explotación sexual son mujeres jóvenes, el 10% son niñas y el 10% son niños. Cualquier cosa vale para satisfacer la demanda, y al poco de la invasión subieron como la espuma búsquedas de palabras clave como “chica ucraniana” o “pornografía ucraniana” en webs porno.

Aunque las consecuencias económicas de la guerra las paga todo la población, son ellas quienes salen peor paradas. Si la guerra continúa, la ONU advierte que un 90% de la población ucraniana podría sumirse en la pobreza. A la pobreza femenina se contrapone otro tipo de explotación: la reproductiva. Para tranquilizar a los “clientes” de Alemania o de España, las propias clínicas reproductivas han difundido imágenes de los búnkeres de Kiev. En esos búnkeres las mujeres ucranianas son obligadas por estos contratos a dar a luz en las peores condiciones, lejos de sus familias en medio de una guerra.

Para mejorar los procesos de paz y seguridad es básico que las mujeres participen plena y significativamente, formando parte de las decisiones y en la respuesta humanitaria.

 

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