Día Internacional de la Cero Discriminación
El 1 de marzo de 2013 ONUSIDA proclamó el Día Internacional de la Cero Discriminación. El equipo de Por Puro Placer ha tenido el placer de recoger las reflexiones de Guillermo López Arilla, Mediador del Servicio de Prevención y Diagnóstico Precoz de VIH y Sífilis de la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid.
Día contra el estigma del VIH: haciendo visible lo que está oculto.
Desde la aparición oficial del VIH/Sida (1981) ha habido muchos avances clínicos en torno al control de la infección, pero esto no ha ido en paralelo a la lucha contra su estigma.
Pensemos…
A ti que no tienes o crees no tener VIH, ¿Quedarías con alguien si en su perfil de Tinder señala que tiene VIH?, ¿Tendrías sexo con alguien que te gusta, pero del que sabes que tiene VIH?, ¿Qué estereotipos te rondan por la mente acerca de las personas con VIH y de cómo “lo han cogido” ?, ¿Qué sensaciones te vienen al ver en medios de comunicación a personas VIH+ visibles?
A ti que sabes que tienes VIH, ¿Has sentido culpabilidad por no haber revelado tu estatus serológico?, ¿Miedo ante la idea de que otros pudieran averiguarlo?, ¿Rechazo explícito tras contarlo de alguien que te gustaba y que previamente había mostrado interés en ti?, ¿Sensación de maligna diferencia, de que no eres como los demás?
El estigma ante el VIH quiere situar a las personas con VIH como inferiores, diferentes, merecedoras de un doble castigo: el de la enfermedad y el del rechazo social. El estigma les provoca aislamiento, inseguridades, miedos, estrés, depresión, enfermedades. Podemos hablar del estigma como si fuera un virus, ya que propaga/transmite valores-enfermedades.
El estigma tiene una función: asegurar que las personas que no tienen el virus o creen no tenerlo, se sientan seguras. Si pensamos que las personas con VIH son diferentes a nosotras (más irresponsables, más promiscuas, más desesperadas), que han llevado vidas donde han forzado su salud más que la mayoría, entonces nos sentiremos más a salvo: “yo no soy como ésos que acaban por coger el VIH”.
Si yo participo de este pensamiento, entonces considero que la cuestión del VIH me es ajena, incluso aún cuando tenga prácticas de riesgo (cualquier penetración sin preservativo, por ejemplo). Los medios de comunicación o los discursos que hemos escuchado en nuestro entorno afectivo van en esa línea, la de asociar el VIH con lo marginal o lo diferente, generando la figura del “sidoso”, tan diferente a aquel que nos desea, excita, seduce, acompaña.
¡Pero esto es una trampa! Para tener VIH sólo hace falta una práctica de riesgo, no muchas. Porque… ¿Quién no ha tenido sexo alguna vez sin preservativo?, ¿Quién no se ha encontrado con alguna circunstancia de mala suerte, en la que había poca probabilidad de que ocurriera algo, que sin embargo finalmente ocurrió? Tener VIH no implica haber consumido drogas o haber estado teniendo sexo con múltiples personas. Tampoco es una cuestión de seleccionar parejas: muchas personas con VIH lo han adquirido mediante parejas estables. ¿Sabes con seguridad el estatus serológico de tu pareja o amante de confianza?, ¿Lo sabe tu pareja o amante?. El estigma simplifica una realidad compleja para evitar el trabajo de ser responsables con nuestra salud sexual, y encima lo hace dañando a personas vulnerables, aquellas con VIH que son visibles.
Es importante reflexionar de dónde viene el estigma del VIH, comprenderlo, detectar cuándo el estigma está influyendo en nuestra actitud o pensamiento (la presunción de que nosotras/os o nuestras parejas no pueden tenerlo; pensar que una persona con VIH “algo habrá hecho”, etc.), y combatirlo.
Aprovechemos la semana contra el estigma del VIH para reflexionar y tomar partido por una realidad que es nuestra.