Por puro placer

8 claves para tener unas relaciones sexuales sanas y disfrutonas

Las relaciones no tienen fórmulas mágicas. La sexualidad es como un laberinto, con caminos diferentes e infinitos por los que nuestro placer se mueve, dependiendo de la etapa de nuestra vida y de lo que nos haga felices en cada momento.

Marta Monasterio e Izaskun Aroca
Pandora Mirabilia

Las personas somos únicas y diferentes entre nosotras y hay tantas formas de vivir la sexualidad como animales humanos puedas encontrar. Y sí, querides, sabemos que no os decimos nada nuevo si os contamos que los cuentos de hadas o la peli del buenorro de turno, son solo eso, pura ficción. A veces se nos olvida. Lo importante es no perderse y saber escuchar lo que nos dicen nuestros deseos y nuestra cabeza. Y por si acaso os perdéis en historias de ficción, aquí os dejamos un pequeño mapa para encontrar el camino de vuelta a una salud sexual y afectiva placentera y segura.

1. Por puro placer. Pues sí. También arrancamos con una obviedad pero las relaciones afectivo-sexuales hay que escogerlas, de manera voluntaria y por deseo propio. Nos puede gustar compartir este espacio de nuestra vida con una o varias personas muy diferentes, porque para gustos los colores. Pero hay un denominador común: las relaciones nos tienen que aportar bienestar, hacernos sentir bien. Si no, ¿para qué me junto con otras personas? Es verdad que en relaciones humanas no todo es coser y cantar, y que existen los conflictos y las situaciones difíciles. En las relaciones afectivo-sexuales a veces puede haber malentendidos, momentos más monótonos, enfados… Eso es parte del cariño y también del amor, y tendremos que resolver esas situaciones desde el respeto. Se trata de algo muy distinto a la violencia. Así que recordemos: el placer o el bienestar NO son compatibles con ninguna actitud violenta. Si vivimos violencia, mejor abandonar esa relación.

2. Hablando se entiende la gente. La sexualidad, el sexo, las relaciones, los cuerpos… son todavía conceptos sobre los que existen tabúes y de los que a veces da vergüenza hablar. Pero son temas muy importantes en nuestras vidas y sobre los que hay tantas ideas como personas. Por eso, saquémoslas del armario y hablemos: hablemos con nuestras parejas de lo que nos gusta o no, de lo que queremos, lo que no queremos, lo que nos hace sentir bien, lo que no, de nuestros miedos, fantasías; hablemos con nuestras amigas y amigos de nuestras dudas, deseos, experiencias; hablemos también con nuestras familias, profes, personas de confianza.… Y ¡escuchemos!, escuchemos lo que nos tienen que decir también nuestras parejas, amigas, familiares…

3. Información es poder. Nadie nace sabiendo y en el tema de la sexualidad hay muchas muchas cosas que nos perdemos si no nos informamos: ¿qué métodos anticonceptivos hay?, ¿cómo puedo protegerme de ITS (infecciones de transmisión sexual)?, ¿qué es el VIH?, ¿cómo se contagia?, ¿cómo se utiliza un condón?, ¿existe el preservativo vaginal?, ¿para qué sirve la píldora del día después? Si nos informamos sobre estas cosas, tendremos capacidad de elegir lo que queremos en cada momento, de tener relaciones afectivo-sexuales seguras, sin miedos ni riesgos y, por tanto, mucho más placenteras. Para obtener información podemos empezar, por ejemplo, navegando por las pestañas de recursos y enlaces de esta web.

4. Protegerse para cuidarse. Una manera estupenda de vivir con bienestar las relaciones afectivo-sexuales es responsabilizándonos de nuestra salud y de la de nuestras parejas. Ya sabemos que existen ITS y riesgos de embarazo si no nos protegemos, así que lo mejor es usar barreras. El preservativo es, hasta la fecha, la forma más fácil, barata y eficaz de tener relaciones sexuales seguras. Es verdad que hay que aprender a usarlo, a veces puede quitar sensibilidad a la zona genital o nos podemos sentir torpes al intentar ponerlo o ponérnoslo. Pero nada mejor para aprender como practicar, compartir vergüenzas, reírse, jugar y saber que la sensibilidad en las relaciones sexuales está en muchos más sitios que solo en la zona genital. No correr riesgos, además, nos aporta una sensación de tranquilidad y alegría que mejora mucho nuestras experiencias y relaciones.

5. Yo digo qué, cómo, cuándo y con quién. El consentimiento en las relaciones íntimas no es que sea importante, es esencial. Las posibilidades en preferencias sexuales son infinitas, tanto en el tipo de prácticas, como en el gusto por personas y fantasías. Y aquí todo vale, no hay normas ni exigencias, salvo una: nunca hacer nada que no nos apetezca. O dos: nunca a obligar a nadie a hacer algo que no le apetezca. Por tanto, no es mejor ni peor ser una persona sexualmente activa o no serlo, o vivir momentos de mayor o menor intensidad sexual. Tampoco es bueno, malo o regular, que te gusten unas u otras prácticas, que hayas pasado épocas en las que tu actividad era intensa y otras no. Lo importante de todo esto es que no nos juzguemos, que respetemos nuestros límites y necesidades y que la persona que tenemos al lado comprenda y acepte dichos límites.

6. Apreciar nuestro propio cuerpo. Para disfrutar de la compañía de otras personas, empecemos por disfrutar de nosotras y nosotros mismos. Sí, otra vez volvemos con el rollo de que hay tantos cuerpos como personas y por lo tanto, gustos. Pero es que es así. Solo hace falta echar un vistazo a tu alrededor, en clase o en el parque. No existen dos cuerpos iguales y no hay un patrón perfecto aunque muchas veces se empeñen en metérnoslo por los ojos a todas horas. Lo cierto es que por muchos filtros de insta que le pongamos todo el mundo suda, tiene la regla y sí va al baño, por decirlo finamente (jejejeje). Así que ¿por qué no dejar de compararnos y empezar por castigarnos menos y querernos más?

7. Fuera etiquetas. Hetero, gay, lesbiana, bi, asexual, pansexual, trans… A veces las categorías sirven para reconocernos, para afirmarnos en nuestra identidad. Si es así, ¡estupendo! Pero en ocasiones nos encorsetan y nos generan quebraderos de cabeza: ¿si me gusta mi amiga es que soy lesbiana? ¿si soy gay nunca podré estar con una chica? ¿las personas asexuales tienen algún problema? Y es más, a veces las utilizamos para etiquetar a otras personas: ‘la hetero’ ‘el gay’, ‘la trans’… Cuando veamos que esto supone un problema y que nos está generando preocupación, tiremos las etiquetas.

8. Help! Nos ha pasado a todo el mundo: un preservativo mal puesto, hemos cedido a la presión, no queríamos hacer algo que hemos hecho, no sabemos de dónde sacar información, tengo una relación en la que no me siento bien y no sé qué hacer… En estas y otras muchas ocasiones, lo mejor es pedir ayuda. Las amistades y la familia son un buen punto de apoyo. También profesionales que te pueden decir dónde acudir, con quién hablar, qué pasos puedes dar… Cuando tenemos dudas en lo relativo a nuestras relaciones afectivo-sexuales, sean del tipo que sean, lo mejor es buscar consejo, pues así solucionaremos la situación y podremos vivir la relación con mayor placer.

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